Psicología para niños

Por un mejor desarrollo de tus hijos. ¡Son lo primero!

Psicología infantil y juvenil: superando cada etapa

Nadie nos enseña a ser padres.

Durante la infancia y la adolescencia, se presentan a veces dificultades inesperadas o comportamientos desconcertantes en los niños. Surgen del propio proceso de desarrollo del niño, al que se añaden muchos otros condicionantes del entorno.

Los niños no nacen con la capacidad de gestionar sus emociones y sentimientos. Proporcionarles enseñanzas y herramientas para desarrollar su inteligencia emocional es parte de nuestro papel como padres y educadores.

Por eso es preciso contar con pautas y estrategias de psicología infantil que funcionen, con conocimientos profesionales fundamentados en la experiencia.

Aplicar estas pautas es fundamental para ayudar a los niños a superar sus dificultades, y ha de hacerse trabajando todos en la misma dirección: el psicólogo, los padres y la escuela

Especialidades de psicología infantil:

Sabemos como ayudar cuando aparecen:

Los problemas de aprendizaje son uno de los motivos más frecuentes de consulta en psicología infantil.

Padres y educadores se preocupan ante las dificultades de aprendizaje de los niños, que afectan a su rendimiento escolar y a las relaciones interpersonales en su ámbito.

¿Tu hijo tiene dificultades de aprendizaje? Si detectas que le resulta muy difícil adquirir habilidades académicas y sociales a pesar de tener un nivel de inteligencia adecuado y de sus esfuerzos para conseguirlo, quizá sea el momento de buscar ayuda especializada.

Si el niño ve que, pese a su esfuerzo, los resultados no son los esperados, se reducirá su motivación por el aprendizaje, lo que ocasionará otros problemas asociados como la tristeza, la ansiedad o el mal comportamiento.

La detección y el tratamiento temprano evitan que los efectos negativos se agraven y también la aparición de otros problemas emocionales o comportamentales asociados.  ¡Ayúdale!

¿Sospechas que tu hijo puede tener TDAH?

El TDAH es un trastorno común en la infancia que puede generar en los niños dificultades para concentrarse o mantener la atención.

Estos son algunos de los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad:

Distraerse fácilmente y olvidarse las cosas con frecuencia.

Cambiar rápidamente de una actividad a otra.

Tener problemas para seguir instrucciones.

Soñar despiertos/fantasear demasiado.

Tener problemas para terminar cosas como la tarea y los quehaceres domésticos.

Perder juguetes, libros, y útiles escolares con frecuencia.

Estar muy inquietos y retorcerse mucho.

Hablar sin parar e interrumpir a las personas.

Corretear mucho.

Tocar y jugar con todo lo que ven.

Ser muy impacientes.

Decir comentarios inadecuados.

Tener problemas para controlar sus emociones.

Aunque al principio algunos síntomas del TDAH puedan parecer comportamentales, es aconsejable buscar la ayuda profesional de un psicólogo para niños cuando estos empeoran o aumentan su frecuencia.

¿Cómo ayuda un psicólogo pediátrico en un caso de TDAH?

En Con psicología trabajamos sobre varias vertientes del trastorno.

Por una parte ofrecemos información psicoeducacional acerca de las características del TDAH y sobre cómo mejorarlo.

Empleamos la terapia cognitivo conductual que ha demostrado ser la herramienta de psicología infantil más eficaz para reducir los comportamientos difíciles de los niños con este trastorno y aumentar los comportamientos autocontrolados.

Además proporcionamos herramientas para resolver conflictos, gestionar emociones, planificar el comportamiento dirigido a metas u objetivos, entrenamos en hábitos positivos, modificamos conductas disruptivas, generamos normas y límites.

Por otra parte, sabemos que una de las áreas donde mayores dificultades presentan estos niños es la social. Por ello, trabajamos para evitar el aislamiento o el rechazo, ofreciendo pautas o estrategias que favorezcan una adecuada interacción social con sus iguales.

Por último, las técnicas de relajación constituyen una herramienta esencial para canalizar la agitación, el nerviosismo y la ansiedad. Mediante su práctica el niño podrá controlar ese exceso de actividad y beneficiarse a nivel emocional de forma positiva.

Los niños o adolescentes desde pequeñitos, deben obedecer a sus padres con el fin de poder recibir una adecuada educación y un aprendizaje.

A veces sucede que nos resulta difícil poner límites a los niños, porque necesitamos que nos acepten, porque queremos compensarles por el poco tiempo que pasamos con ellos, por comodidad…

Sin embargo, los límites son necesarios para el buen desarrollo emocional de los niños, ya que les proporcionan seguridad.

Los problemas de conducta en niños y adolescentes, han crecido notoriamente en los últimos años.

Estos problemas de conducta se manifiestan a través de la desobediencia o la oposición. El niño no obedece ante las instrucciones de los padres, los cuales se quejan de tener que repetir lo mismo muchas veces hasta que se enfadan para conseguir que realicen lo que se le ha pedido.

Además esta conducta oposicionista puede ir acompañada de agresión física o verbal, sobre todo en el caso de adolescentes que buscan probar los límites y pasarlos, reafirmándose.

Si sientes que esta descripción refleja la relación que tienes con tus hijos, es necesario actuar para reconducir la situación lo antes posible. De ello depende la felicidad futura de tu hijo. 

El bullying o acoso escolar, constituye uno de los problemas más estresantes a los que se enfrentan los niños durante la infancia, y también de los que más secuelas dejan.

El niño/a que sufre este problema presenta una serie de síntomas que afecta a todas las esferas de su vida tanto académicamente como a nivel afectivo, emocional, social y familiar.

Detectar el acoso escolar en el ámbito educativo puede resultar complejo, ya que puede pasar totalmente inadvertido. En muchas ocasiones se produce en forma de gesto de amenaza tan simple como un dedo en la boca que indica silencio o una señal verbal de agresión que dura escasos segundos y complica que sea percibido por los demás.

Síntomas del acoso escolar

Entre los síntomas que pueden indicar que nuestro hijo está sufriendo bullying o acoso escolar, se encuentran:

Elevado estrés social: problemas para establecer relaciones con los compañeros, evitar salir, negarse a realizar o abandonar bruscamente actividades, pérdida de amistades escolares, resistencia a ir al colegio o al instituto.
Ansiedad: inquietud generalizada, miedo, nerviosismo, sentimientos de impotencia.
Depresión: cambios bruscos en el humor, tristeza, llanto, irritabilidad, ideación autolítica o ideas de suicidio.
Problemas de autoestima y falta de confianza en sí mismo.
Somatizaciones: dolores de cabeza, estómago, vómitos.
Afectación del rendimiento escolar.
Síntomas físicos como heridas, rasguños, golpes en los que verbaliza caídas o accidentes frecuentes.

La ansiedad de separación forma parte del desarrollo natural de los niños, resultando a menudo muy difícil de sobrellevar para los adultos.  

Aparece frecuentemente en los primeros años de vida, cada vez que el niño se separa de sus figuras de apego, normalmente de la madre. 

El niño se siente amenazado e inseguro cuando intentamos dejarle con otra persona. Reacciona protestando con llantos y gritos, y buscando activamente a su progenitor.  

El niño que sufre ansiedad de separación suele mostrarse triste y retraído y se queja repetidamente de síntomas físicos como dolor de cabeza, dolor abdominal, náuseas o vómitos cuando anticipa o ocurre la separación. Este malestar desaparece cuando la figura de apego regresa.

El tratamiento actual en psicología infantil consiste en ayudar al niño a vivir la experiencia de separación de una forma menos angustiosa.

Por ello, es importante que los padres conozcan cómo reforzar de forma positiva las conductas de separación y del comportamiento no ansioso. También cómo dejar de prestar atención a las quejas del niño y facilitarle estrategias para afrontar la ansiedad. 

Hablamos de enuresis cuando un niño se orina de forma involuntaria y mantenida en el tiempo a una edad en la que se debería poseer control sobre la micción.

En la encopresis ocurre algo similar. Los niños de forma involuntaria o voluntaria defecan en cualquier lugar inadecuado que no sea el retrete, pudiendo llegar a ocultar la defecación.

Ambas pueden ser primarias o secundarias. En el primer caso el niño no ha adquirido la capacidad de control; en el segundo, se pierde esa capacidad una vez adquirida o por razones psicológicas se realiza de forma voluntaria.

El tratamiento de la enuresis y encopresis requiere de la ayuda de un profesional.

En Con Psicología realizamos intervenciones conductuales relativamente sencillas que abarcan componentes educativos, conductuales y también fisiológicos.

Cuando la causa de la enuresis o la encopresis es psicológica, es vital tratar los componentes emocionales y proporcionar a los padres pautas sobre la mejor forma de actuar en estos casos.

En psicología para niños nos encontramos muy frecuentemente con dificultades durante la comida.

Podemos encontrarnos con casos en los que dejan de ingerir alimentos sino están entretenidos con juguetes u otro tipo de atenciones. También niños que se levantan frecuentemente de la mesa y se niegan a comer.

¿Tu hijo no come? Puede que hayas probado diferentes estrategias para hacer frente a este y a pesar de ello tu hijo no ha adquirido los hábitos de conducta adecuados a su edad.

Todos estos son problemas alimentarios que con una serie de pautas profesionales se reconducen con facilidad.

Sin embargo, cuando el problema se ha extendido en el tiempo, puede ser necesaria la intervención psicológica para desarrollar nuevos hábitos alimentarios que sustituyan a los inadecuados.

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